Todo para la mayor gloria de Dios. Estudios sobre la espiritualidad Ignaciana.

El teocentrismo de la mística y la espiritualidad compartida por San Ignacio de Loyola tiene su implicación práctica en la frase “Ad maiorem Dei gloriam”. Con ella, no se alude simplemente a la gloria de Dios, sino que se acentúa una mayor gloria. El adverbio más y el comparativo mayor tienen una connotación muy específica en el lenguaje y modo de proceder ignaciano en el que, uno de los rasgos más típicos es el servicio, la alabanza y la gloria de Dios. Éste era para Ignacio uno de los retos más importantes: aspirar a la mayor gloria y al mayor servicio que podamos ofrecer a Dios como el ser perfecto, como el único absoluto, como Dios siempre mayor a quien se le reconoce en todas las cosas y a todas las cosas en Él. Por esta razón, una de las principales fuentes donde se encuentra la gloria de Dios está en íntima relación con el servicio a los hermanos. La gloria de Dios y la salvación de las almas están siempre a la base de todos los escritos de Ignacio de Loyola en los que es fácil reconocer que gloria, alabanza y servicio de Dios son términos sinónimos para él. Más aún, tenemos que buscar la gloria de Dios intensamente, la más y mayor gloria que sea posible en todos nuestros actos y misiones apostólicas de donde nace la necesidad de discernir cuál es esa mayor gloria para vivirla según las circunstancias, tiempos, lugares y personas. El más de la gloria de Dios lo encontramos allí donde se dé una más cierta y más extensa y más intensa salvación de las almas. El objetivo de este trabajo es presentar el modo como la espiritualidad ignaciana ofrece la pauta para encontrar a Dios en todas las cosas y a todas en Él y se concretiza en diversos aspectos complementarios entre sí. Mediante la presentación de algunos estudios breves, el autor pretende poner en evidencia el modo experiencial y práctico en el que se ve reflejada “una espiritualidad”, “un modo de proceder” en el seguimiento de Jesús en lo concreto y cotidiano de la vida en donde el amor se demuestra más en las obras que en las palabras.